DAROCA, UN ENTRAÑABLE DESTINO

Treinta años de vivencias musicales han sido, ante todo, treinta años de vivencias humanas. No se puede reducir la vida 21 simples números por muy elocuentes que estos sean. José L. González Uriol encontró la más cordial acogida posible a su proyecto del Curso y Festival Internacional de Música Antigua en las entidades encargadas del desarrollo pleno de la Vida de una ciudad: en Daroca, la Parroquia de los Sagrados Corporales, y el Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad. Recordaremos a los párrocos don Emilio Alloza Canfranc y los PP. Mercedarios: P. Ángel Tello Lecina, P. José-María Tello Aced, P. Juan-Pablo Pastor Ariño, y el actual párroco, P. Domingo Lorenzo Mezquita, y a los coadjutores de la parroquia, para agradecerles la generosa prestación de locales, iglesias, instrumentos, guardería, órganos, luces, etcétera, etcétera, por la que fue posible iniciar, mantener y desarrollar esta singular aventura musical en Daroca. Cada año el Curso, por medio de los profesores y alumnos del mismo, agradece sonora y armoniosamente su elogiable contribución, ya histórica, al desarrollo del mismo, cantando, tan bellamente como saben hacerlo, en la misa de doce y media del domingo que cae entre los días de la semana en que se desarrolla. Lo mismo y con el mismo sincero fervor hay que decir de los alcaldes y concejales del Ayuntamiento de Daroca, hayan sido del signo político que fuere. El Curso recordará agradecido la elogiosa y eficaz preocupación por hacer posible el curso de cada año a los alcaldes que lo fueron, Don ]avier Iñigo Planas, Don José Antonio García Llop, ya mencionado, Don Mariano Báguena y el actual edil Don Álvaro Blasco. Hasta dependencias de la Casa Consistorial han albergado enseñanzas y sonidos musicales. El Colegio de los PP. Escolapios fue objeto durante años de cuidadosa preparación para atención acogedora de los alumnos; como actualmente lo es el Albergue Municipal. Sin esta generosa atención el Curso no hubiera sido posible.

Pero el Curso ante todo fue posible por las gentes de Daroca, que humanizaron cordialmente aun más, si fuera posible, la actitud acogedora de sus párrocos y regidores. En los primeros cursos, muchos alumnos fueron acogidos generosa y gratuitamente en hogares de Daroca, y se crearon lazos de singular amistad con los alumnos músicos. Algún cantador de jotas detuvo delante del portal de su casa la ronda de jota, -memorables rondas en aquellos lejanos primeros años-, para cantarle una jotica al músico que había acogido con los suyos en su hogar. De alegre recuerdo las “peligrosas” queimadas de ron en plaza de la Colegial.

Las tiendas de ricas rosquillas abiertas de par en par a los jóvenes músicos. El Curso tuvo una parte lúdica para goce de lo mucho que la región de Daroca y la provincia de Zaragoza podían ofrecer a los alumnos: desde unas vaquillas, polvorientas fieras, hasta un ”bajar a los infiernos” de las bodegas y acompañar la magra bien curada de un sabroso jamón con el vino más peligroso posible para desacostumbrados catadores. Amén de visitas turísticas en grupos que alcanzaron, entre otros singulares lugares, la Ciudad de Zaragoza, sus catedrales basílicas, y los órganos de sus iglesias.

Sería injusta esta memoria rápida y escueta, si no mencionáramos y agradeciéramos la semioculta, callara, trabajosa y eficaz labor de las personas que han llevado la Secretaría del Curso y del Festival ya desde hace muchos años. En la memoria cercana nuestra, y también en el recuerdo de los alumnos y profesores por la cordial acogida a su llegada a Daroca, peregrinos en tierra extraña y lejana, estarán siempre Luisa Ranera y Félix Sánchez, expresión generosa y práctica de la total disposición hacia el Curso de la Institución Fernando el Católico, organismo autónomo de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza. La dedicación al curso de estos, para nosotros, entrañables amigos, sobrepasa en mucho lo que nosotros podamos agradecérselo.

TextoPedro Calahorra, Institución Fernando el Católico